En el año 1988, tras la puesta en funcionamiento de las bombas en algunos pozos en el Valle de Camargo y los siguientes hundimientos en la zona, que ya entonces causaron grietas en algunas casas, Blanca Sahún Artiga, geóloga de lo que entonces era el Ministerio de Obras Públicas, realizó una visita a la zona, tras la cual elaboró un informe.
En él se recomendaba, como medida cautelar, que no se llevara a cabo la explotación del pozo número 5 (el de la ermita del Carmen), hasta no disponer de mejores elementos de juicio sobre los mecanismos que habían producido los asentamientos, zonas de riesgo....
Se recomendaba, también, que el Ayuntamiento se mantuviera atento ante las posibles evidencias de nuevos asentamientos y realizara la medición diaria de los niveles piezométricos en pozos y sondeos hasta su estabilización.
Se elaboró un plan de trabajo, con diferentes fases, para estudiar la geomorfología del terreno y los efectos que las variaciones de nivel freático pudieran tener en él.
Se realizaron, asimismo, recomendaciones a tener en cuenta en el caso de que un día se reanudaran los bombeos, de cara a controlar los caudales y niveles en los pozos de explotación.